lunes, 24 de septiembre de 2012

Memorial da menina portuguesa



Estoy casi recién llegada de un viaje a la vecina Portugal. Y digo recién porque esta noche ya he dormido en mi cama y no hay nada mejor que volver de un viaje, por molón que haya sido, y acurrucarte entre tu nórdico y tus almohadas.

Volver a Portugal siempre me reconforta. Es inevitable volver a recordar los días en los que vivía en Oporto, las idas y venidas a la universidad, las tardes de té con natas y sobre todo, hablar portugués. De manera que cuando vuelvo a Portugal aprovecho para hacer todas esas cosas que no puedo hacer en España.

Es decir, como natas como una fiera, compro toneladas de revistas y libros, bebo agua con gas de sabores, me harto de bacalao y hablo con cualquiera que se ponga a tiro. Si habéis estado estos días por el Algarve y habéis visto a alguien con un pastel de natas pegado perennemente a la mano y hablando con todos los camareros del mundo, era yo, chicos. Da miedo ¿eh?

El caso es que durante cuatro días nos hemos pateado Tavira, Albufeira, Alvor, Lagos y Portimao. Con una habitación de hotel en plena Praia de Rocha que era más grande que mi casa (literalmente, no es exageración) no nos podemos quejar. Es irónico que sin gustarnos la playa vivamos donde vivimos y hayamos viajado hasta el Algarve, pero todo tiene una explicación. Al menos para el viaje, ni yo misma sé porqué seguimos viviendo aquí...



Este pasado fin de semana ha sido el mundial de Superbikes en Portimao y me habían conseguido un pase de prensa. Vale, sí, las motos no me vuelven loca, de hecho me dan bastante miedo (ejem, sí, sigo siendo yo), pero después de vivir tanto tiempo con Fausto algo se tiene que pegar y el caso es que ya me conozco a esas criaturitas como si fueran parte de la familia.

Como soy una persona fácilmente impresionable es contaré que entrar al Pit Lane ha sido brutal. Tienes a los pilotos a menos de un metro y os voy a dar mucho envidia (bueno, una poca... alguna...) cuando os diga que el mismísimo Carlos Checa me saludó cuando estaba a punto de salir a correr, cuando lo normal es que me hubiera tirado algo a la cabeza por romper el momento de concentración.

A mí, como chica impresionable que soy, me han molado los mecánicos. Y las ruedas de prensa. No tenía ni idea de quien va en qué equipo, pero me da igual. Yo he disfrutado como una enana. Era mi primer pase de prensa, ¿qué más da que fuera de algo que no terminaba de entender? Momentazo, por cierto, ver a Dennis Noyes por allí, pero me dio ataque de timidez y no le pedí una foto :(

En la parte puramente turística, tengo que deciros que he tenido una revelación casi espiritual. En un sitio tan turístico como Praia da Rocha podréis imaginaros que abundan los sitios de copas, y aquí es donde he conocido a mi alma gemela. Se llama Morangoska y es un cóctel sencillísimo pero por el que sentí amor a primera vista. A primer sorbo. Lo que sea. Es, básicamente, vodka, azúcar moreno, fresa picada y hielo, y gente, está tan bueno y tal dulce que ya lo estoy echando de menos...

Otro momentazo, por cierto, fue en un garito donde el camarero de repente se puso unas gafas de sol (serían las doce de la noche, para que os situéis), agarró una silla y se puso a cantar Hey There Delilah. Teniendo en cuenta que a la noche siguiente lo vimos vestido de capitán de barco, la cara de wtf que se nos quedó tampoco fue para tanto...

El caso es que han sido unas vacaciones bien aprovechadas. El balance final es de montones de libros en portugués, tonelada y media de revistas de maris, el empeine de los pies moreno a estas alturas del año, la naricilla quemada (a pesar de la protección de 50, ojo) y algún que otro kilo de más. Un buen balance, en cualquier caso.


Os dejo con esta foto tomada en la playa de Albufeira (playa a la que, por cierto, se baja por unas escaleras mecánicas y es la mejor idea del mundo ever), para que veáis los peligros del turismo español. .

lunes, 10 de septiembre de 2012

Los niños del maíz, esas benditas criaturas

Criaturicas...

Hoy, por fin, ha empezado el colegio. Y por fin, también, han cerrado la piscina de mi urbanización. Hala, niños, a dar por  saco a vuestros profesores...

Vivo en una urbanización de veraneo durante todo el año. Tope guay. Piscina privada y playa a menos de 200 metros. Da igual que yo no me meta en el agua a no ser que esté a más de 30º, eso es lo de menos, porque mi urbanización mola. Es muy tranquila, tengo las clases de Pilates justo al lado y puedo pasear por un río con un cuco puentecito rojo.

Da gusto vivir aquí, excepto en verano. Ay, el verano. En verano, nuestra urbanización es invadida por los niños del maíz, y todos sabemos que Stephen King escribió ese relato después de pasar un par de semanas aquí. O menos.

Los niños del maíz son una criaturas de edad variable, entre tres y catorce años, con algunas excepciones. Tienen unos hábitos vitales mayormente nocturnos, aunque también salen a la hora de la siesta a jugar a Marco Polo en la piscina. Se les ve de noche, en pequeños grupos de no menos de cinco o seis, y pasamos miedo, mucho miedo.

Ahí estás tú, dándole al mando que abre la puerta de la urbanización, encerada en tu coche, con las ventanillas subidas y el seguro puesto (por si acaso), mientras esperas pacientemente a que los niños del maíz te dejen paso, no sin antes marcarse una especie de danza tribal delante de los faros, danza que tu estás segura de que significa tu muerte. Te dejan pasar, sí, haciéndote un pasillo con niños a ambos lados, niños con balones que te miran fijamente y que sabes que en cualquier momento pueden tirartelo contra el cristal.

Estás en tu sofá, tan tranquila, intentando ver una película, mientras escuchas balonazos en el aparcamiento, justo donde sabes que está tu coche. Y sufres, claro, especialmente cuando los oyes decir cosas del tipo Este coche hace de portería...

Intentar pedirle responsabilidades a los padres de los niños del maíz es prácticamente imposible, porque están muertos. Han sido entregados a un extraño monstruo sanguinario o están bebiendo cerveza al lado de una barbacoa, cualquiera de las dos opciones son válidas; y el caso es que las criaturitas vagan libres imponiendo su dictadura de terror y sus ritos monstruosos.

Pero ya se han ido, menos mal. Hasta el próximo verano puedo respirar tranquila, pero volverán. Siempre vuelven. 

jueves, 2 de agosto de 2012

Power Mary Sue, o cómo todos tenemos un (inútil) superpoder



Muchos me habéis preguntado por el nombre del blog. Es normal, imagino. No es algo especialmente descriptivo, del tipo MiraLaRopaQueMepongo.blogspot, aunque algunos ya sabréis por dónde van los tiros. En realidad, hay dos versiones para explicar el nombre del blog. La corta es que me gustó la foto que veis aquí arriba (if yours, please tell me), porque ya sabéis que siento adoración por Severus Snape. La versión larga implica explicaciones, viajar en el tiempo y la confesión de vergonzosos secretos.

Y es que, por si lo sabéis, tengo un superpoder.

De hecho, todos tenemos uno. Y no, no penséis que esto se va a convertir en un sucedáneo de Paulo Coelho, pero es la verdad. Pero ojo, tener un superpoder no implica que sea un poder útil. Ni mucho menos. Hay quien puede volar, hay quien tiene visión de rayos x. Pues bien, yo tengo el Power Mary Sue. Sí, el nombre es mío, sé quería más lógico que se llamara  Mary Sue Power, pero es mi superpoder y hago con él lo que quiero. Y tengo que confesaros que es un poder bastante inútil, aunque a mí me ha dado horas y horas de diversión.

Porque, pezqueñines míos, el Power Mary Sue consiste en crear Mary Sues constantemente, da igual lo chungo que sea el personaje. Da igual que sea un asesino en serie o un santo, si el personaje (o el actor que lo interpreta, en muchos casos) me ha llamado la atención, el Power Mary Sue se activa sólo y en menos de diez minutos ya ha surgido una tierna Mary Sue que le hará la vida más fácil.

¿Y qué es una Mary Sue? Ay, amigos, si me estáis preguntando esto es que no me conocéis en absoluto, pero allá vamos. Tenemos que remontarnos al fanfiction. Un fanfiction es, como su nombre bien indica, una ficción creada por un fan, es decir, un seguidor de los libros de Harry Potter o de la serie Expediente X, por poneros algún ejemplo, cuando decide que las cosas no van del todo como le gustaría. O que hay escenas que no están bien explicadas. O que tal personaje no recibe todo el amor que se merece. No hay problema, el fan abre su libreta (o su procesador de textos, casi siempre) y se dispone a escribir su propia versión de los hechos. Una inocente diversión por la que no recibe más que incomprensión por parte de familiares y amigos.

Y aquí es donde entra la dulce Mary Sue en juego, porque una Mary Sue es, por definición purista, un personaje original creado por el fan que interactúa con los personajes del fandom del que está escribiendo. Ejemplos prácticos:  una novia de Harry Potter; una prima de Boromir que pasa los veranos bordando en Gondor; ese tipo de personajes.

Hasta aquí todo correcto, ¿no? Pues no. Porque si algo hemos aprendido leyendo fanfics ( y la realidad es que se aprende bien poco), es que las Mary Sues suelen ser una encarnación de Mary Poppins. Es decir, son prácticamente perfectas en todo. Son bellísimas, cantan como los ángeles, todo el mundo las adora hagan lo que hagan, y siempre, siempre, consiguen redimir al personaje merecedor de su amor. Por esta razón, el término Mary Sue está tan denostado. Porque no suele traer nada bueno y hay estudios que demuestran el daño que pueden hacer estos personajes.

Ahora comprendéis mejor el alcance de mi tragedia, ¿verdad? El Power Mary Sue se activa por su cuenta en cuanto detecta un personaje (o un actor, no los olvidemos nunca, ellos tienen gran parte de culpa en el proceso de creación de una Mary Sue) que le gusta allá va. Se lanza sin importarle lo más mínimo mis críticas y mis súplicas. Y como un gran poder conlleva una gran responsabilidad, me veo obligada a mantener en secreto a mis pequeñas Mary Sues, por el bien de la humanidad. Por mantener una reputación también, ya sabéis.

Ya conocéis mi secreto. Mi inútil superpoder que hace que pierda más tiempo del que me gustaría, tiempo que podría utilizar para escribir cosas (más) importantes, pero aún no he aprendido a controlarlo del todo. Comenzó en mi más tierna adolescencia pero es ahora cuando está viviendo su apogeo, y mucho me temo que me acompañará toda mi vida.

Y tú qué, ¿cual es tu superpoder? Recuerda que todos tenemos uno, por inútil que sea...

jueves, 26 de julio de 2012

Volver




Hace ya más de diez años empezaba una aventurilla con esto de los blogs. Nada serio, ya me conocéis, un flirteo un poco descarado, pero poco más. Sin embargo, poco a poco me fue ganando el corazón y el blog se fue convirtiendo en algo más y más divertido.

Algo de lo que ya no podía prescindir.

Conocí a gente buena y a gente poco recomendable, como en cualquier situación de nuestra vida. Cambié Blogger por LiveJournal, empecé un montón de proyectos que nunca terminé y lloriqueé como una cría (eso es muy mio) cuando tuve ganas.

Y después me cansé.

El trabajo, las obligaciones y las pocas ganas de continuar pusieron fin a una etapa de mi vida. Y ahora que las cosas han cambiado de nuevo, aquí estoy. De vuelta, como una niñita arrepentida. Para reencontrarme con vosotros y para conocer a gente nueva. Seguiré escribiendo en Papel en Blanco, por supuesto, pero podréis esperar que aquí hable de todo.

Mejor dicho, no debéis esperar nada en concreto.

Libros, moda, música, té, frikadas, tíos buenos (mis tíos buenos, no confundir con los tíos buenos de cualquier otra, que son muy diferentes) y en general, cualquier cosa de la que me apetezca hablar. Estáis avisados, he vuelto.

Y os echaba de menos, pezqueñines.