lunes, 14 de septiembre de 2015

A veces me gustaría creerme el horóscopo



Ah, que monos...


 Hace unos cuantos meses necesitaba informarme acerca de cómo funciona exactamente el Tarot y el significado de las cartas para un relato corto que estaba escribiendo (no, no está terminado aún, no preguntéis por él), de modo que, desafiando cualquier tipo de cordura, empecé a bucear por páginas esotéricas y en una de ellas di incluso el mail que tengo para las chorradas de Internet (que, como imagináis, no es en absoluto el mismo que utilizo para las cosas serias). 

 Sí, ya sé que es un error, no hace falta que me lo digáis. 

 Desde ese día me han llegado mails avisándome de que mi marido me va a ser infiel y me va a abandonar, que mis hijos pueden tener problemas muy graves en un futuro próximo, que mi amor verdadero esta a puntito de aparecer (un par de veces por semana, más o menos) y que tengo un caso claro y gravísimo de mal de ojo. Cada quince días más o menos me avisan de que mi vida va a dar un cambio radical (a mejor, siempre) y que me espera un futuro maravilloso, pero sólo (ay) si realizo un sencillísimo hechizo que solo me tomará unos diez o quince minutos.

 Nunca lo he intentado, así que quizás por eso mi vida sigue siendo una mierda...

 Confieso que soy incapaz de darme de baja porque me enternece lo mucho que se preocupan estas señoras por mí, ya que todas ellas afirman que ni duermen ni comen pensando en mi gravísimo caso, y son tan buenas personas que sólo me cobrarán alrededor de tres euros el minuto si decido hablar con ellas para solucionar mis múltiples problemas, que no son pocos. 

 Me encantaría ser mucho mas crédula, os lo prometo de corazón. Me gustaría creerme todo lo que me dicen los horóscopos y estas señoras tan bienintencionadas pero no sé por qué pero me cuesta, oye, me cuesta... Mirad por ejemplo este horóscopo, que me dice que me lance, que me atreva, que no mire atrás... y yo aquí, con miedito, o como diría mi hermana, con más miedo que siete (no me preguntéis a qué siete se refiere porque NO LO SÉ). 

Mamá, Papá, Batman, la culpa la tienen estos


 ¿No sería maravilloso poder culpar de todos nuestros errores al horóscopo? ¿Delegar toda responsabilidad en algo tan aleatorio como tu fecha de nacimiento o una baraja de cartas? De todo esto, precisamente, iba ese relato, de modo que igual ha llegado el momento de terminarlo.

lunes, 7 de septiembre de 2015

The Body Shop y el té verde. Capítulo nuevo de una vieja adicción.

Muy cuqui todo


A estas alturas, deciros que soy muy adicta al té sólo puede provocar bostezos mal disimulados y gritos de Oh, por favor, corta el rollo. Sí, soy una adicta, pero es que de verdad que me parece que no llegáis a entender todo el drama de mi situación. Y es que hay muchas empresas que sólo piensan en aprovecharse de las pobres adictas como yo.

Como, por ejemplo, The Body Shop. Que no os engañen con eso de que tienen productos naturales y demás cosas bonitas. La cruda realidad es que son personas malvadas que intentan sacarme el poco dinero que tengo con promesas de geles de ducha que huelen divinamente y mantecas corporales que te dejan la piel como la de Cleopatra después de haberse hecho unos largos en la piscina de leche de burra.


A ver quién dice que no a tener la piel como la de Cleopatra.

Todo esto viene porque The Body Shop (recordad, son muy malos conmigo) ha puesto a la venta una colección basada en el té verde. Vale, hasta aquí todo normal. Hay miles de marcas que tienen productos parecidos y, si os soy sincera, prefiero los olores dulzones o florales y el té tomármelo calentito. Todo esto sería lo normal, pero como ya os he dicho, no contaba con lo que las diabólicas mentes pensantes de esta empresa me tenían preparado. 

Fijaros por un momento en la imagen de arriba, la que abre este artículo. ¿Qué es lo que veis? Un montón de botes de potingues, ¿verdad? Pero... ¿no os llama la atención ninguno en especial?

Porque a mí sí. Esta fue la misma imagen que yo vi y no pude evitar fijarme en la lata metálica y el infusor. Lo primero que pensé  fue Ah, han sacado también té para beber y la verdad es que no me extrañó mucho, de hecho es algo que pega bastante tanto con la colección como como con la filosofía de la marca de llevar una vida de belleza natural y demás.

Pero no. Su maldad no conocía límites.

Eso que veis, niños y niñas, en realidad es un infusor PARA LA DUCHA. Y lo que está en la lata metálica es una mezcla de sales de baño, con té verde y aloe vera que promete un baño antioxidante, relajante y no sé cuantas cosas más porque, si os soy sincera, desde que vislumbré la posibilidad de darme un baño de té mi mente dejó de funcionar como es debido

Maldad en estado puro


¿Son o no son retorcidos? 

A todo esto tengo que admitir que no lo he probado. Mi economía no es precisamente boyante en este momento (por decirlo de una manera suave y fina, si estuviéramos en la calle os diría que no tengo un puto duro) y, la verdad, tengo gastos más urgentes que darme un baño bajo un infusor de té gigante (por mucho que quiera hacerlo, ojo). Además, no tengo ninguna tienda de esta marca cerca (la más cercana queda en Sevilla, creo) para poder olisquear y probar antes. 

De modo que este es mi drama, mi triste adicción al té (y derivados). Ya lo sabéis. Si continuáis queriéndome es que es amor verdadero.  

martes, 1 de septiembre de 2015

NaNoWriMo en Septiembre. SÍ, QUÉ PASA.

Ah, qué divertido es escribir novelas

Dicen por ahí que estoy un poco loca, y la verdad es que estoy demasiado ocupada adecentando Sarahlandia como para preocuparme. Tengo que admitir, sin embargo, que a veces tienen razón y se me ocurren ideas que podríamos llamar, umm, peculiares.

Como celebrar un NaNoWriMo en Septiembre, por ejemplo.

Soy consciente de que la palabra celebrar poco tiene que ver con la realidad del nano (el termino correcto sería sufrir como una perra) y que, en realidad y por definición, el NaNoWriMo se celebra en Noviembre pero ya veis, así soy yo. 

¿Por qué Septiembre?

A ver, podría engañaros. Podría deciros, y en realidad no faltaría a la verdad, que Septiembre es un mes de comienzos, de nuevas ilusiones y blablabla, pero la realidad suele ser mucho más prosaica. Ojo, no me malinterpretéis. Adoro Septiembre, creo de verdad que el año lo marca el calendario escolar más que las tradiciones uvas y polvorones, pero en este caso ha sido una cuestión de pura conveniencia personal.

Por cuestiones que no vienen al caso al menos hasta finales de Septiembre voy a tener muy poco trabajo de modo que quería aprovechar el tiempo en algo más o menos útil (si se puede considerar útil desbarrar una chorrada tras otra en páginas de Word). Además, se da la circunstancia de que quiero escribir UNA COSA para presentarla a un certamen que termina en Noviembre, de modo que, o empiezo ya, o no me da tiempo.

No estoy segura de que me vaya a dar tiempo, en cualquier caso, pero si algo hemos aprendido después de tantísimos años de nano es que hay que dejarse llevar con histérica confianza y ya veremos lo que pasa cuando termine el mes.

Resumiendo, tengo que escribir una novela en el mes de Septiembre. Como veis, he escrito Tengo que y no Voy a porque en este proyecto en concreto prima más la necesidad que otra cosa, aunque no os voy a mentir si os digo que tengo ganas de hacer realidad este proyecto. Después de muchos años en el tintero, un par de intentonas frustradas y muchas y muy diferentes divagaciones, por fin se va a materializar.

El objetivo, como en cualquier nano, son cincuenta mil palabras de basura de novela y, ay, aún no he empezado y ya estoy muy nerviosa. Mi poder de convocatoria es bastante limitado, pero aún así hay gente que ha decidido embarcarse en esta locura conmigo. Si vosotros también tenéis ganas de pasarlo muy mal escribir una novela en Septiembre, únete al grupo. 

Os iré contando la evolución de mi basura novela aquí y a través de Twitter, donde, por cierto, voy a estrenar el hashtag #nanoloco porque bueno, es fácil de recordar, ocupa poco y es resultón. Que no se diga que no soy práctica.

Bueno, pues ya sólo queda ponerse a escribir. ¿Os animáis?